EL ARTE DE ACEPTAR TUS EMOCIONES
Hasta que no seas honesto contigo mismo, con lo que sientes y con lo que hay en tu interior, seguirás atrapado en esa emoción. Si puedes observar lo que hay detrás del asco, del miedo, de la ira, la depresión y la rabia sin juzgarlas como malas o incorrectas, y sin intentar cambiarlas por emociones positivas, abrirás una puerta a una comprensión mucho más profunda.
Acepta el miedo, la vergüenza, la tristeza, la ira, la rabia, el asco… No tienes que cambiar ninguna emoción negativa por una emoción positiva; así como no tienes que cambiar una emoción positiva por una emoción negativa. El asco es asco. La rabia es rabia. El miedo es miedo. No tienes que cambiar las emociones, solo aceptarlas como parte de la vida.
El rechazo de una emoción te mantiene atrapado en esa emoción.
¿Qué te da miedo? ¿por qué te da miedo? ¿por qué el rechazo a esa emoción? ¿por qué sientes tristeza, miedo, celos, envidia o asco? ¿qué tratan de decirte esas emociones?
El miedo, el asco, la tristeza, la rabia, la ira o la tristeza son puertas para investigar y profundizar. Pero no intentes cambiar esos sentimientos negativos ¡vívelos!, ¡siéntelos!, ¡investígalos! y finalmente ¡acéptalos!
La aceptación trae liberación. Al aceptar las emociones las transciendes, te liberas.
Pero no es una aceptación racional, desde el intelecto, no es decir “acepto” y ya está. La aceptación surge de una investigación profunda y sincera de esa emoción, aunque no nos guste lo que encontremos.
No rechaces ni cambies tus sentimientos negativos por sentimientos positivos porque solo estarás enmascarándolos. Los sentimientos positivos aflorarán por sí solos cuando hayas observado, investigado y aceptado tus sentimientos negativos.
El miedo, la ira, la tristeza, el dolor, como cualquier emoción o sentimiento negativo o de rechazo a la vida, son señales que nos indican el camino de vuelta a nuestro verdadero hogar.
Si cambias, retocas o maquillas las emociones negativas por positivas acabarás confuso y más perdido que antes.
Lic. Julie Meire.
Psicología clínica