Es mucho más sencillo poder contaminarse con malos pensamientos que con los positivos, esto se debe a que se requiere de un esfuerzo mayor para mantener el entusiasmo que esto implica.
A menudo nos negamos a aceptar la realidad de que las cosas en el pasado fueron como fueron. Nos aferramos con uñas y dientes a nuestra pena y a nuestras expectativas. Les exigimos a la vida y a los demás que se comporten como nosotros deseamos y esto rara vez ocurre, entonces sufrimos por cosas que no dependen de nosotros.
Cuando sentimos tristeza por lo general es por una pérdida importante, reacción de tristeza tras la pérdida de un ser querido y el decaimiento del ánimo, un acontecimiento que lo sentimos como negativo, o simplemente porque no se han cumplido nuestras expectativas. Este sentimiento puede ser pasajero, durando horas, días, o incluso semanas, pero hay que analizar cuando esta tristeza se alarga en el tiempo, cambiando nuestra forma de sentir, pensar y actuar, puede que estemos ante un problema aún mayor, la depresión.
Con cierta frecuencia decidimos no repetir algún comportamiento y al poco tiempo volvemos a caer en lo mismo o en algo peor.